sábado, 3 de mayo de 2008

Fast food con etiqueta

Esta semana vi la noticia de que una ley obligará a los restaurantes de comida rápida de Nueva York a mostrar las calorías de cada uno de sus productos. Todas las cadenas con más de 15 establecimientos deberán incluir en sus cartas la información sobre las calorías de cada menú, con el mismo tamaño de letra que el nombre y el precio. Cada producto deberá ir acompañado de una etiqueta que relacione cuánta energía estamos aportando exactamente a nuestro cuerpo comiéndonos eso.

Aunque algunas grandes compañías como
Starbucks Coffee ya han aplicado la norma, otras como McDonald's (la empresa de comida rápida más grande del mundo) o Dunkin' Donuts se muestran reticentes y han recurrido ante varios tribunales esa obligación. De hecho, algunos jueces se han mostrado en contra de aplicar esta nueva ley, alegando que también en las cajetillas de tabaco figuran varias advertencias sobre la salud y la gente sigue fumando.

Personalmente creo que la norma no afecta negativamente a los fieles consumidores de comida rápida, que seguirán comiendo lo mismo ponga lo que ponga en esa información adicional y, sin embargo, sí mejorará el consumo de aquellos que ya se preocupan por su salud que podrán decidir entre un producto u otro según las calorías que contenga. Aún así, el hecho de informar sobre las calorías no creo que sea lo más necesario en un etiquetado. En mi caso, por ejemplo, sería mucho más útil aportar datos sobre el tipo de grasa utilizado para cocinar el producto.

En la mayoría de los países existen normas acerca del
etiquetado de alimentos. Esta información sobre la composición de los productos es necesaria (imprescindible, diría yo) para personas con intolerancia o alergias a determinados ingredientes, como el gluten, la lactosa o la sal. En mi caso, he de mirar las etiquetas para comprobar la cantidad de colesterol que contiene cada producto, dato que en muchos casos no figura especificado. En muchas ocasiones, al comprobar los ingredientes de un alimento, me encuentro con la generalidad "grasa vegetal", algo que para los vegetarianos puede ser un punto a favor a la hora de elegir esa compra, pero para mí es una vaguedad que me obliga a no comprar. Aunque el colesterol se encuentra casi exclusivamente en productos con origen animal, hay dos excepciones que hacen muy difícil la elección de muchos alimentos: el aceite de palma y el de coco, por desgracia ambos incluidos muy habitualmente en pastelería, galletas y platos preparados.

En 2006 el libro
"Fast Food Nation" fue adaptado en forma de película precisamente para alertar sobre la influencia de la industria estadounidense en las comidas rápidas, que ya están invadiendo la gastronomía de muchos países con dietas tradicionalmente más saludables como España o Japón. Estados Unidos tiene en los últimos años un serio problema con la comida rápida. El año pasado un tercio de los menús degustados en Nueva York se sirvieron en restaurantes "fast food", dato indicador del ritmo de vida americano. Alrededor del 25% de los estadounidenses son obesos mientras que casi la mitad de la población tiene sobrepeso, situación que está propiciando una mayor incidencia de enfermedades asociadas como los problemas cardiovasculares o de huesos y la diabetes.
En nuestro país, las cifras de obesidad se sitúan sobre el 15% de la población, tasa que aumenta peligrosamente en el sector infantil. La
Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ya ha puesto en marcha varias iniciativas para luchar contra esas malas influencias, como la de promover menús más sanos en los 26.000 establecimientos adheridos a Ticket Restaurant para el 26% de españoles que cada día debe almorzar fuera de casa. Entre la oferta de estos menús del proyecto Gustino deberán encontrarse primeros platos con verduras, hortalizas o legumbres, al menos una opción de pescado como segundo plato y fruta fresca o zumos naturales en el postre.

Además de que la mayoría de nosotros ingerimos una cantidad de calorías muy superior a la que necesitamos cada día, somos incapaces de quemar esas calorías de más debido a la falta de actividad física. Leer en cada menú las calorías que consumimos no nos va a ayudar a mejorar eso, pero sí puede colaborar a mejorar nuestras elecciones gastronómicas. Algunos pensarán que esa opción puede fomentar los desarreglos alimenticios como la anorexia o la bulimia, al tener una constante preocupación sobre lo que comemos. Como creo que puede haber diversidad de opiniones sobre el tema, he dedicido abrir una nueva encuesta (lateral derecho) acerca de este etiquetado de la comida rápida y comprobar si esa norma tiene o no aceptación popular. Gracias por tu voto :)

10 comentarios:

  1. A mi me parece bien que se informe de eso. Luego que cada uno haga lo que quiera, pero ya sabiendo...

    Eso si, tal vez me parece excesivo que lo tengan que poner con el mismo tamaño de letra. A ver, con que lo incluyan a algo legible, creo que valdria. No me imagino el tipico cartelote "Chees Burger sin queso 2,34 € - Contiene 832,29 calorias" XD

    De todos modos, yo no soy muy habitual de estos sitios... Yo soy mas de lo de despues, de los que comemos fuera con nuestros tickets. Ya habia leido algo de eso, pero aun no he visto ningun sitio por donde como yo...

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  2. Jose, realmente esto es parecido a lo de fumar: nosotros te advertimos en la etiqueta de lo que tiene lo que te fumas y de lo que puede pasarte... si aún así quieres seguir haciéndolo, allá tú. No creo que nadie haya dejado de fumar por los cartelitos (yo no lo hice por eso) igual que tampoco creo que nadie vaya a dejar de comer comida rápida por las calorías. Pero para mí es una información adicional que a algunos puede servirles a la hora de confeccionar una mejor dieta.

    Está claro que para comer sano un restaurante de fast food no es la mejor opción. Lo malo de los tickets es que creo que sólo funcionan en unas pocas grandes ciudades... Madrid, Valencia y similar. Evidentemente siempre será mejor comerse un plato de lentejas y un pescado a la plancha, pero una hamburguesa con queso de vez en cuando tampoco ha matado a nadie. Como dicen los médicos, hay que comer de todo pero moderadamente :)

    saluditos!

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  3. Al respecto Morgan Spurlock dirigió y protagonizó Supersize me, un documental donde se alimentó de fast food en McDonalds durante un mes. Al margen de engordar doce kilos sufrió alteraciones hepáticas, colesterol, depresivas,...

    Está claro, que no es una alimentación sana, pero es un vicio que podemos administrar razonablemente de tanto en tanto si seguimos una dieta más o menos equilibrada

    En cuanto al sobrepeso no es lo mismo un sobrepeso de 5 ó 10 kilos (ejem, ejem,..) que otros de índole más grave.

    Por cierto, he votado que no son importante las indicaciones de calorías pues la gente no variará sus hábitos con tal información (deberían centrarse más en el control de la calidad de los productos)

    Un saludo

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  4. Sese, está claro que no es igual tener un ligero sobrepeso que sufrir obesidad. Todos en algún momento de nuestra vida hemos subido unos cuantos kilos por alguna razón, y no necesariamente por culpa de la comida rápida.

    Como dije contestando a Jose, comer de todo pero con moderación es por lo general la mejor dieta, salvo que se tenga algún problema de salud específico (ays, ya quisiera yo comer chorizo y queso con moderación XDD). De todos modos, como dije en el post, yo también creo que sería más útil especificar la composición exacta del menú más que el número de calorías. No es lo mismo "grasa vegetal" que "aceite de oliva" o "solomillo de ternera" que "carne de vacuno".

    saluditos y gracias por votar :)

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  5. Me parece bien que se indique la información nutricional de todos los productos, tanto en supermercados como en restaurantes. Luego ya cada uno que elija lo que quiera...

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  6. Angus, pienso igual. No creo que moleste a nadie la información y al contrario a muchos les puede ayudar a elegir mejor.

    saluditos

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  7. Hola

    Bueno... Pues yo voy a ser la oveja negra en este asunto, porque no estoy nada de acuerdo con esta medida. Desgraciadamente, no es tanto porque me parezca mal, porque no me lo parece, sino porque estas medidas "protectoras" de los consumidores, al final, se acaban volviendo contra los más débiles.

    En EEUU, como aquí, el gran problema es que los políticos viven en un país, y el pueblo, en otro diferente. Ellos se ponen a exigir sin pensar en las consecuencias, o bien, pensando sólo en el dinero que van a ganar con sus leyes.

    Veo dos problemas en esta medida. El primero que sólo afecte a los restaurantes de comida rápida y a las cadenas de más de quince... ¿es que si la cadena tiene 14 restaurantes sus hamburguesas tienen menos calorías? ¿Resulta que las calorías de la cocina francesa, por ejemplo, no hacen daño? Esto es tan obvio que lo que persigue el legislador es que todo restaurante termine poniendo las calorías de sus menús, pero no se atreve a hacerlo ahora mismo. Así que se mete con las cadenas de comida rápida, que tienen mala imagen y no van a provocar indignación popular. ¿Y por qué no se atreven ahora mismo? Porque las grandes cadenas tienen dinero y recursos para hacer estas evaluaciones de calorías. Las empresas muy pequeñas no, con lo que tendrían que subir precios, despedir gente y generarían un malestar en la población bastante grande. Este es el segundo problema, que es un golpe más a los más pequeños y a los más débiles. No sé si sabrás que la extensión de la comida rápida se debe, entre otros factores, al precio, y que es entre la población más pobre donde más está aumentando la obesidad, aunque sea paradójico. Ahora se quiere forzar al pueblo a que compre comida más cara sin subirles los sueldos. Por otro lado, imagínate que a todo el que quiera montar un restaurante, que le exijan pagar para que un laboratorio o un nutricionista le diga qué calorías tienen sus platos. Habrá dos posibilidades: los que lo hagan con mucho esfuerzo, recortando de donde puedan, y los que no lo hagan y se conviertan en "delincuentes"... Así son las sociedades democráticas: casi toda actividad es ilegal...

    Y lo peor de todo. Que esto es igual que el tabaco; es sólo el principio. Acabará prohibiéndose la comida rápida, o bien, los que la coman se convertirán en apestados, como los fumadores. ¿Dónde queda la tolerancia hacia el que no cuadra con la visión de los políticos? ¿Ahora resulta que el pueblo ha de ser sano, atlético y comer comidas con pocas calorías porque el gobierno así lo ha decidido?

    Intentar legislar para controlar qué es lo que come el pueblo, más allá de la protección ante infecciones por mala manipulación, me parece un paso más hacia el control absoluto que pretende el Estado.

    Adaptando el manido poema de B. Brecht... primero fue el tabaco, luego el alcohol, después las hamburguesas... y ahora tengo que comer, pensar y actuar como dice el gobierno...

    Un saludo.


    Juan.

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  8. Juan, entiendo tú postura pero no lo veo en absoluto del mismo modo. Las medidas contra el tabaco se tomaron para paliar, en lo posible, el gasto que generan los enfermos derivados del tabaco. Cierto que sigue enriqueciéndose el Gobierno con los impuestos sobre las cajetillas, pero creo que el aumento del gasto en enfermedades derivadas del hábito de fumar es una razón casi tan poderosa como la otra. Si sólo con limitar los sitios a los fumadores se puede conseguir que fumen menos o lo dejen unos cuantos, yo creo que es positivo. Es una especie de "el fin justifica los medios", realmente, pero creo que funciona. Además es una medida comunitaria, lo que garantiza que en toda Europa se está viendo el asunto del mismo modo.

    Con la comida rápida está pasando algo similar. Antes no había tanta obesidad porque la gente comía mejor y se movía más, eso no lo puede negar nadie. La vida en las ciudades se ha convertido en un estrés constante, sin tiempo muchas veces para comer y el ocio transcurre ahora delante de un aparato sea consola, ordenador o TV. Está más que demostrado que son estos hábitos los que están afectando negativamente a nuestra salud. Tú de pequeño comías muchas hamburguesas? Porque yo no; ir a un McDonalds o pedir una pizza era algo extraordinario en los hábitos alimenticios de los niños de hace 25 años pero habituales en los de ahora. No puedo valorar si una hamburguesa es mejor que un plato de fabada con todos sus condimentos, pero tengo muy claro que es mejor cualquiera de los dos platos hechos en casa. Cuando no se puede controlar cómo se ha preparado ese plato, yo prefiero mil veces que me especifiquen qué lleva, cuánto y de qué tipo.

    Ahí sí que te doy la razón en que la norma no se debería aplicar sólo a la comida rápida, sino a todo tipo de restaurantes. Sinceramente no creo que el coste de analizar nutricionalmente la carta de un restaurante sea tan elevado, teniendo en cuenta que es algo que deberás hacer una vez cada varios meses o incluso años. Posiblemente existan ya datos estándar sobre cuántas calorías tiene un cuarto de libra de carne con queso, lechuga, tomate y pan. Además, si tienes un local pequeño, posiblemente tampoco te puedas permitir tener mucha variedad en tu menú, con lo que el análisis resultará más económico.

    Yo personalmente no veo falta de tolerancia en esta medida. La gente puede comer lo que quiera pero informado, no es más que eso. Desde las cadenas de comida rápida posiblemente lo vean como discriminatorio hacia sus negocios, pero es posible, como tú dices, que a la larga se aplique en todos los locales que sirvan comidas. Desde esa perspectiva creo que es mejor empezar por grandes cadenas que puedan afrontar esos cambios con más medios. De todos modos, en Estados Unidos no están tan mal vistos como aquí restaurantes como McDonalds, Burguer King o Pizza Hut. Son locales típicamente americanos en los que se ve habitualmente a ejecutivos con su menú del día y no creo que se les trate peor por comer una hamburguesa, que es su comida tradicional igual que aquí lo sería la tortilla de patatas.

    Yo no sé si la comida rápida se ha extendido tanto porque es barata. Yo sigo viendo menús de dos platos, postre y bebida por 6 ó 7euros en algunos sitios, mientras que una hamburguesa completa con patatas, refresco y helado cuesta prácticamente lo mismo. No digo que sea peor, pero creo que la mayor diferencia la marca la publicidad, no el precio.

    A los gobiernos los presionan desde cientos de asociaciones con temas como la salud o la seguridad, por lo que se ven obligados a tomar medidas de este estilo. Me parecería peor que no hicieran nada, francamente.

    saluditos y gracias por tu voto :)

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  9. Yo he votado que me da lo mismo porque no piso ni la primera baldosa de cualquier fast food exceptuando Fast Good -que está bueno- y ni me planteo qué calorías consumo al sentarme a la mesa allí; y me fío de que las grasas que usan porque además de que me parece que supera cierto nivel de calidad, no voy ni siquiera una vez al mes, ni mucho menos.
    La salud de los demás, que los demás se ocupen de ella, que para eso es la suya. Yo hago ejercicio, procuro comer variado y consulto con mi médico los cambios en la dieta que llevo, que bastante me está costando para peder los kilos de más de los que algunos hablan en los comentarios.
    Si hablamos de calidad de vida, de seguro médico, de medidas sociales/políticas en favor de la vida sana, hablamos de cuentos de hadas o de tácticas de titiritero que vienen a ser lo mismo. Si en USA hay gordos hasta decir basta es porque su país es tremenda mierda (con perdón) y la comida buena es cara, pocos se la pueden permitir y son unos ignorantones. ¿Los ricos de EEUU son gordos? ¿Cuántos gordos hay entre esos ricos? Seguro que lo son por gula, no por comer bigmac y pizzas ultracongeladas.
    Para cuidarse hay que molestarse, para comer sano hay que currárselo y gastarse las pelas. Yo lo prefiero a otras cosas que pueden verse como caprichos. Ya me quitaré de la colonia, pero del aceite de oliva bueno no me quita nadie, que mis papitas me las frío yo con aceite rica :P

    Un saludo a todos... Y que conste que todo lo que digo, lo digo sin ánimo de ofender ni de buscar polémica. Son opiniones.
    Gracias por el artículo, Lillu. Estupendo trabajo como siempre.

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  10. Hannamary, no conozco el Fast Good que comentas, pero seguro que es una propuesta interesante. Yo posiblemente sea de las personas que menos comida rápida consume, pero aún así cualquier mejora en sus ofertas me parece buena.

    Aunque la política en lo referente a salud sea muy deficiente, insisto en que prefiero que se haga algo a que se queden con los brazos cruzados. Está claro que cada uno debe cuidar de sí mismo y de lo que come mejor que nadie, y lo primero para eso es la información. No es la única medida posible, pero saber lo que se come, cuánto y de qué tipo es me parece algo positivo.

    No estoy demasiado de acuerdo con lo que comentas sobre Estados Unidos, porque comer sano y de calidad es difícil y caro en todos los países, también en España. Las costumbres (sobre todo las malas) son complicadas de erradicar, sin embargo los malos hábitos enseguida se incluyen en nuestras rutinas. Está claro que todo lo bueno requiere un gran esfuerzo, de eso no hay duda.

    Cada uno tiene su opinión sobre estos temas complejos, así que lo lógico es que no pensemos todos igual. Gracias por participar :)

    saluditos!

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